Este
gigantesco templo luterano se puede observar casi desde cualquier rincón de la
capital de Islandia, tanto por sus dimensiones, como por su ubicación, ya que
está situada en una de las zonas más altas de Reikiavik.
Esta
circunstancia tiene tres consecuencias importantes para el viajero. Lo primero
es que la Hallgrímskirkja es muy fácil de encontrar, lo segundo que es un punto
de referencia ideal para orientarse por la ciudad, y tercero, pero no menos
importante, las espectaculares vistas que nos brinda de Reikiavik.
La
manera más interesante de acceder a la Hallgrímskirkja es paseando por la
animada calle comercial Skólavörðustígur, una de las arterias de la capital
islandesa.
Cuando
termina la cuesta llegas a una plaza enorme presidida por esta catedral con
forma de transbordador. Parece que va a despegar en cualquier momento.
Su
diseño es muy peculiar, así que es muy recomendable tomarse un rato largo para
bordear la plaza y observar la Hallgrímskirkja desde varias perspectivas.
La
catedral empezó a construirse en los años 40, aunque por sus titánicas
dimensiones tardaron tres décadas en terminarla. Su diseño es obra del
arquitecto islandés Guðjón Samúelsson y debe su nombre al reverendo Hallgrímur
Pétursson.
Hay
quien dice que parece una nave espacial y otros que está construida con piezas
de Lego, lo que está claro es que no deja indiferente a nadie. En su interior
todo es más sobrio, aunque sorprenden su enorme órgano y las arcadas de mármol.
Justo al
cruzar la puerta del templo hay un ascensor que te permite ascender los 75
metros del campanario. No encontraréis mejores panorámicas de Reikiavik en
ningún otro punto de la ciudad. El horario de visitas es de 9:00 a 18:00 horas.
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